Peter Haas, el fundador y su visión

Desde el siglo XVIII, los relojeros suizos han sido considerados los mayores expertos en la fabricación de relojes de alta precisión y calidad, estableciendo los estándares para la industria en todo el mundo. Hasta el siglo XXI, la industria suiza ha trabajado fuerte para lograr ser considerada líder en la manufactura de grandes relojes, toda una garantía de calidad y de precisión.

Un reloj suizo diferente

La historia de Relojes Jaguar comienza ya en el siglo XX, en 1938 en la comuna suiza de Muralto. Bañada por las aguas del Lago Maggiore, en el que desemboca el río Maggia, este pueblo es una de las más bellas estampas del país de los Alpes. Aunque se encuentra fuera de las zonas tradicionalmente reconocidas como el núcleo relojero del país, en Muralto la familia Haas regentaba un taller de larga tradición relojera, fabricando principalmente piezas de alta precisión para otras marcas. Peter Haas era un joven ingeniero trabajando en esa empresa familiar. Todo parecía indicar que con el tiempo acabaría tomando el liderazgo del negocio levantado por sus antepasados. Sin embargo, Peter tenía ambiciones mucho mayores, ya que realmente amaba su trabajo y se obsesionaba por la perfección en todos los proyectos que acometía. No le bastaba con seguir las especificaciones de otros relojeros y garantizar un producto correcto. El fundador de Jaguar quería tomar el control del producto final, para poder plasmar en él todas sus aspiraciones técnicas y estéticas. A pesar de las dificultades que esto significaba, su sueño era fundar una nueva marca de relojes en la que plasmar su personalidad y sus objetivos.

Un relojero que no aceptó lo que el destino le tenía reservado.

La costumbre de la época al fundar una nueva manufactura de relojes era utilizar el apellido de la familia como marca principal de sus productos, ya que de este modo se ejemplificaba el saber hacer que con los años se había traspasado de padres a hijos. Sin embargo, y desafiando las normas establecidas, Haas decidió nombrar sus relojes con el nombre Jaguar. Para el joven emprendedor, ese animal era uno de los mayores iconos de la belleza y la elegancia del entorno natural. Su misión al fundar la marca era absolutamente clara: infundir en cada una de sus colecciones y de los relojes que salieran de su atélier la misma fuerza indómita y armonía que le inspiraban el poderoso felino americano, encarnación de la belleza más salvaje. No era nada fácil de lograr, pero sin duda Peter Haas puso el mayor de los empeños para lograrlo.

Con ese objetivo en mente, tomó la decisión de utilizar tan solo materiales de primer nivel, garantizando la fiabilidad y la precisión en sus productos. Quería forjar relojes sublimes, engranajes minúsculos engarzados como joyas, diseñados con tal precisión y belleza que detenían el tiempo para lograr instantes de eterna perfección que, muchos años más tarde siguieran cautivando las miradas de propios y extraños y, al mismo tiempo, ofrecer la información más precisa y fiable del tiempo.

Esfuerzo y saber hacer relojero como principales valores

No fueron pocas las dificultades que tuvo que superar el fundador. El hecho de no encontrarse físicamente en la zona de mayor producción relojera hacía difícil el acceso a conocimientos y colaboraciones. Competir con su propia familia no fue sin duda la mejor situación de partida. Y la situación económica y social en esa Europa de entreguerras no era sin duda el substrato para crecer con una marca de relojes enfocados a mercados más elevados.

En sus comienzos Jaguar se enfocó principalmente en la producción de relojes elegantes y refinados, buscando entregar distinción y refinamiento a sus clientes, siempre desde el origen de tradición y calidad heredada de la familia Haas, tan presente en el ADN de la marca como la pasión y estética del fundador. En apenas unos años, la marca se posicionó como pionera en la nueva relojería suiza, destacando por su potencia estética y la funcionalidad que ofrecía a sus poseedores. La época de la segunda guerra y los años posteriores, sin embargo fueron difíciles no solo para Jaguar sino para la mayor parte de la industria Europea.

En los años 60, no obstante, Jaguar había logrado consolidarse como una de las marcas de relojes reconocida en gran parte de los países occidentales, ofreciendo a sus selectos clientes una amplia gama de modelos para hombres y mujeres. Especialmente reconocidos eran sus relojes deportivos, siendo muy populares entre aquellos que buscaban el estilo y sofisticación de los relojes clásicos pero que querían lucirlos en entornos diferentes a la vez que mostraran una parte de su carácter y magnetismo.

Un carácter indómito con una gran estructura de fabricación

En 1989 la marca Jaguar fue adquirida por el Grupo Festina, un conglomerado hispano-suizo fundado por Miguel Rodríguez. Este grupo, incluye centros de fabricación de relojes de alta calidad en Suiza, como las reconocidas MSE o Soprod. Gracias a su potente capacidad industrial y al enfoque internacional del grupo Festina, la marca Jaguar vive desde entonces una segunda juventud. Sin renunciar a su tradición relojera, incorpora nuevas tecnologías y procesos de fabricación para llegar a un público cada vez más especializado y demandante de piezas únicas que reflejen la personalidad auténtica de un gran reloj suizo.

 

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